Entrevista a Dario Portugal Pasache (Teatro)

Entrevistamos a Dario Portugal Pasache, director de la obra “Piel de chancho” de Jose María Muscari, nos contó sobre la elección de las actrices, los ensayos y muchas cosas más ...

1.- ¿Cómo empezaste a relacionarte con el teatro?
Desde muy pequeño tuve problemas para comunicarme. Podés ser rengo, tuerto o tullido, se reirán igual pero te comunicarás, pero ser tartamudo te cohíbe a tal punto que prefieres guardar silencio para evitar las burlas, que aun todavía me hacen pero ya no me afectan; Intenté compensarlo por medio de la escritura y escribí poesía y algunos borradores de novela que tengo guardados en algún armario. Más tarde, al abandonar definitivamente la Facultad de Medicina, me decidí por la dramaturgia, alguno que otro taller en la EMAD o el INT me entusiasmaron a lograr mi Licenciatura en Artes y Ciencias del Teatro en la Universidad Kennedy, me involucré en un proyecto  del taller de actuación (instancia reveladora, sanadora, que terminó de enamorarme del teatro.) y no paré de gestionar cuanto proyecto teatral se me cruzara, primero como actor y luego como director. Tuve la fortuna de conocer a Miguel Herrera con quien dimos vida institucional al gran proyecto teatral de mi vida: el GITE (Grupo Imagen Teatro Experimental.) con el cual llevamos más de una década de trayectoria en el teatro Independiente. Después de 30 años  de trabajo teatral, en lo teórico y práctico, estoy persuadido de que tomé la decisión correcta; mi proyecto familiar y el teatral son los dos pilares que cimientan mi felicidad.

2.- ¿Cómo elegiste la obra Piel de chancho y por qué la elegiste?
En realidad fue una elección de Marie Mazza, que hizo todas las gestiones ante Muscari; luego me propuso hacerme cargo de  la dirección, lo cual aprecio de sobremanera. En el mes de marzo de cada año damos comienzo a las actividades teatrales del grupo  y este año comenzamos en el GITE el ciclo Moliere, después de haber terminado exitosamente un hermoso proyecto de cinco años con la trilogía Lorquiana, entonces tenía la agenda ocupada, pero a pedido de Marie me hice un lugarcito para ojear Piel de chancho. Previo a la lectura de Piel de chancho, se tiene una especie de prejuicio, producto del encasillamiento o  estereotipo del autor (Muscari, el trasgresor, frívolo, pasatista, etc.), pero todo ello quedó a un lado al descubrir la potencia de las imágenes escénicas de la obra, que te proporcionan una variedad de recursos para la puesta en escena. Al analizar la obra, desde varios puntos de vista  (literario, argumental, actoral, psicológico, etc.) la misma resistió incólume y eso la convierte en una obra a tener en cuenta.  Eso me obligó gustoso a reordenar la agenda del GITE e incluirla prioritariamente en el estreno; nos propusimos como objetivo despojarla de cualquier mercantilismo y ahondar en su valor puramente teatral.    

3.- ¿Cómo fue la elección de las actrices que participan de la obra y del equipo de trabajo?
La prioridad la tienen la centena de actores y actrices que transitaron por el grupo. Con Marie Mazza ya tuve el gusto de trabajar en La casa de Bernarda Alba, sé de  su talento y me pareció adecuada para el papel  de Ingrid. Con Graciela González Saavedra nos une el afecto y el reconocimiento mutuo de talento, es el quinto año que estamos juntos, trabajó en toda la trilogía lorquiana, (se queja de que siempre hizo de vieja, jaja,) no tuve ninguna duda en elegirla para la Nana. Con Nadia Brom es la segunda obra que trabajamos, compartimos Bodas de sangre, su primer temporada y protagónico, todo un desafío  resuelto con solvencia; decía que le encantaría trabajar en un grotesco, tiene el talento necesario y una responsabilidad poco común por su juventud; su belleza física y delgadez natural le dan varios puntos a su favor en el papel de Luisa. El equipo técnico pertenece a la productora de Marie Mazza, que está liderado por su hija, Gabriela Mazza. Gran profesionalismo; atentos a todas las indicaciones y necesidades del grupo; escuchan y son escuchadas, un lujo trabajar con este equipo.  

4.- ¿Cómo definirías la obra?
Es una tragicomedia; exigente desafío para no caer en ninguno de los extremos que terminarían por desvirtuar su esencia. Pero a la vez es un grotesco, con lo cual se te presenta la posibilidad de jugar con una extraordinaria herramienta para  lograr una recepción sin reticencias por parte del espectador; es tan trágica que necesita de alguna dosificación cómica, sino sería muy aterradora y angustiante soportarla; pero también sería denigrante un tratamiento enteramente cómico de tan terrible tragedia.    


5.- ¿Cómo fueron los ensayos?
Como en todo trabajo teatral que encaramos la planificación es fundamental, cumplir con los plazos del proceso es importantísimo. Los resultados están a la vista y estamos satisfechos del mismo.
El espacio lo genera –convierte- el actor y no el espacio al actor. Comenzamos los ensayos en la casa de alguno del grupo, o en los espacios que nos ceden gentilmente alguna institución, y terminamos los ensayos finales en el teatro, esto es hasta poder conseguir nuestro propio espacio institucional. Al trabajar en una obra con texto previo, te condiciona la memorización del mismo, pero eso no es impedimento para trabajar con improvisaciones que te van revelando elementos que luego enriquecerán el próximo ensayo y así sucesivamente.  

6.- ¿Cuál fue tu mayor desafío como director?
¿Mi mayor desafío? (Piel de chancho es ideal para trabajar este aspecto,) “la represión en la actuación”. Con Lorca trabajé -no siempre logrado- que el actor entienda que el texto va por un lado y lo que le pasa –siente- el actor-personaje por otro, una condición intrínseca de este proceso, aspectos contrapuestos del deber ser y el querer ser; lo consciente y lo inconsciente. El texto de Piel de chancho te ofrece la posibilidad de trabajar explícitamente este aspecto, de hacer manifiesto al espectador lo que “quise decirle a mi madre o hija y sin embargo...”       
Seguimos trabajando después del estreno, fundamentalmente para no perder ese tempo ritmo alcanzado, en esta obra es fundamental , porque corres el riesgo  de endurecer el discurso y hacer chocante su recepción; los “derrapes” verbales si escapan de este límite hacen peligrar el deguste por parte del espectador.    

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