Mi nombre es Victoria (Libros)
MI NOMBRE ES VICTORIA de Victoria Donda
La dictadura militar, el llamado Proceso de Reorganización Nacional, dejó tras su brutal paso historias plagadas de dolor y pérdidas. En algunos cientos de casos la lucha de distintos organismos de derechos humanos logró torcer el destino macabro que aquellos emisarios de la muerte habían intentado forjar con sangre en la vida de miles de argentinos. La historia de Analía no es una historia más. Según el testimonio de sobrevivientes, nació en algún momento entre agosto y octubre de 1977. En un intento desesperado de que alguien pudiese reconocerla, su madre le atravesó los lóbulos de las orejas con un hilo azul. Quince días después de su nacimiento, la separaron de los brazos de su madre, quien luego sería asesinada en uno de los denominados "traslados", conocidos más tarde como "vuelos de la muerte". Su tío, como todos los responsables de la ESMA, estuvo entre quienes lo aprobaron. Su padre también permanece desaparecido. A los 27 años, gracias a la denuncia anónima de una mujer que recordaba haber visto al militar que la entregó, las Abuelas de Plaza de Mayo pudieron al fin encontrarla. Así descubrió que su nombre no era el que creía, que sus padres no eran sus padres, y que el engaño gestado por los militares durante la dictadura había conseguido sobrevivir a más de dos décadas de democracia. Su historia es la de un país que sigue luchando por conocer su pasado. En este libro, la mujer más joven en ocupar una banca en el Congreso de la Nación nos cuenta su historia. Su vida es un ejemplo de cómo la verdad, por más orquestadas y sistemáticas que sean la falacia y la mentira, siempre termina por imponerse y de que los lazos de sangre constituyen una realidad imposible de callar. Y su relato es, sobre todo, una forma de clamar a los cuatro vientos aquello que durante tantos años quisieron negarle, su propio nombre: Victoria.
La dictadura militar, el llamado Proceso de Reorganización Nacional, dejó tras su brutal paso historias plagadas de dolor y pérdidas. En algunos cientos de casos la lucha de distintos organismos de derechos humanos logró torcer el destino macabro que aquellos emisarios de la muerte habían intentado forjar con sangre en la vida de miles de argentinos. La historia de Analía no es una historia más. Según el testimonio de sobrevivientes, nació en algún momento entre agosto y octubre de 1977. En un intento desesperado de que alguien pudiese reconocerla, su madre le atravesó los lóbulos de las orejas con un hilo azul. Quince días después de su nacimiento, la separaron de los brazos de su madre, quien luego sería asesinada en uno de los denominados "traslados", conocidos más tarde como "vuelos de la muerte". Su tío, como todos los responsables de la ESMA, estuvo entre quienes lo aprobaron. Su padre también permanece desaparecido. A los 27 años, gracias a la denuncia anónima de una mujer que recordaba haber visto al militar que la entregó, las Abuelas de Plaza de Mayo pudieron al fin encontrarla. Así descubrió que su nombre no era el que creía, que sus padres no eran sus padres, y que el engaño gestado por los militares durante la dictadura había conseguido sobrevivir a más de dos décadas de democracia. Su historia es la de un país que sigue luchando por conocer su pasado. En este libro, la mujer más joven en ocupar una banca en el Congreso de la Nación nos cuenta su historia. Su vida es un ejemplo de cómo la verdad, por más orquestadas y sistemáticas que sean la falacia y la mentira, siempre termina por imponerse y de que los lazos de sangre constituyen una realidad imposible de callar. Y su relato es, sobre todo, una forma de clamar a los cuatro vientos aquello que durante tantos años quisieron negarle, su propio nombre: Victoria.
Victoria Donda nació en la Escuela de Mecánica de la Armada. Vivió toda su infancia en Avellaneda, desconociendo su verdadera identidad. Comenzó su militancia política y social en el año 1998, apenas ingresada en la carrera de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Allí dio sus primeros pasos en la política sumándose a la agrupación estudiantil Venceremos, parte de la Corriente Patria Libre. Continuó con sus estudios, faltándole solo un práctico para recibirse de abogada. A comienzos de 2004, fue convocada por Alicia Kirchner, ministra de Desarrollo Social de la Nación, para trabajar en su Ministerio. Se desempeñó en el programa de promotores territoriales para el cambio social y en la Dirección Nacional de Juventud. Lleva adelante el proyecto de difusión y promoción de los derechos humanos Claudia Falcone, que toma el nombre de una militante estudiantil, secuestrada durante la llamada "Noche de los lápices" en el año 1976. En 2005 fue candidata a concejal en Avellaneda por el Frente para la Victoria. En octubre de 2007 participó de las elecciones nacionales, ocupando el décimo octavo lugar de la lista de diputados nacionales del Frente para la Victoria de la provincia de Buenos Aires, por el Movimiento Libres del Sur. Una vez electa, se convirtió en la diputada mujer más joven de la historia en integrar la cámara baja del Congreso Nacional.
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