Entrevista a Sebastián Suñé (Teatro)
Entrevistamos a Sebastián Suñé, director
y autor de la obra teatral "Delia, una comedia existencialista pero
ligera", nos contó sobre sus inicios en el teatro, sus maestros y como fue
la creación de la obra.
1.- Cómo empezaste a relacionarte con el
teatro?
A los 16 años en Río Cuarto, Córdoba, me
anoté en mi primer curso de teatro y desde ahí no pude abandonarlo. Tanto
prendió eso en mí que dejé la Licenciatura en Química que había iniciado luego
de terminar el secundario y me vine a estudiar a Capital Federal. Entré
en la EMAD y ahí me di cuenta que había otras personas en el mundo que ven las
cosas más o menos igual. Y supe que me quedaba. El Universo ayudó a que así
fuera y confié en eso.
2.- Quiénes fueron tus maestros?
Yo creo que un maestro es quien llega a
echar luz en donde antes parecía no había nada, o estaba muy oscuro. Creo que
mi primera maestra fue Ana Lía Vincenti, en Río Cuarto, quien me hizo entender
que el teatro me gustaba, que había un lazo ahí que era verdadero. Luego ya en
Buenos Aires recibí educación de muchos pero recuerdo particularmente a Juan
Carlos Gené, con quien si bien cursé poco tiempo, me dio herramientas para
comprender por qué uno quiere pararse frente al otro a contarle una historia, y
hacerse cargo de esa decisión. Rubén Schuzmacher también modificó mi manera de
mirar un texto, de aprenderlo, de decirlo, de actuarlo; y creo que un maestro
logra eso.
3.- Cómo surgió la idea de Delia? Es tu
primera obra como autor y director?
Un día me levanté con un nombre en la
cabeza “Delia Ogando”, me gustaba la sonoridad. Unir la “a” final de su nombre
con su apellido era aquello que buscaba: una mujer que se estaba ahogando ya
desde el nombre. Está en un mundo que no le gusta pero no hace nada para cambiarlo.
Siento que mucha gente mi generación no está a gusto con su realidad pero
no hace nada para cambiarla, está adormecida.
Con ese nombre dando vueltas por la
cabeza me senté a escribir y aparecieron los demás personajes y apareció lo
fundamental: el humor; porque para mí la risa franca es el alimento de la vida.
Hacer humor, sin caer en lo chabacano pero tampoco intentando ser un
intelectual de elite, es lo que me mueve y creo que si vos te venís riendo
aceptás mucho mejor lo que la obra tiene para decirte.
Con Delia me inicio en la dramaturgia y
la dirección, y pienso no abandonarlos por largo rato. Yo siempre actué obras
de otros, y ahora me moviliza mucho crear las mías desde la instancia cero.
Como lector voraz que se anima a plasmar lo suyo creo que queda largo camino
por recorrer.
4.- Cómo fue la dramaturgia de la obra?
Nunca antes había escrito una obra.
Había actuado en muchas y leído cientos en la EMAD. Tenía nociones, pero me
animé a ser un cararrota o un osado, o un nene que juega y la escribí. No es
nada sencillo. Hay que llenar hojas y pasarse horas y horas escribiendo para
poder sacar lo mejor, lo que uno necesita decir, con las palabras que quiere y
no sólo con las que puede. En un momento no podía dedicarle todo el tiempo que
quería y como tenía un pasaje a Perú dando vueltas me fui a Miraflores varios
días a jugar enserio al escritor y escribir 7 horas por día. Fue una
experiencia increíble. Había días de terror en los que no podía más que 5
líneas, y otros en donde las hojas volaban. Y digo las hojas porque escribo a
mano y en papel.
Solitaria la magia del escritor, pero
verdadera, fáctica, tangible. Cuando lográs que una escena funcione te sentís
otro, sos como una versión renovada de aquél que eras hace un instante.
5.- Cómo fue la elección de los actores?
Los actores se fueron imponiendo solos a
medida que avanzaba con la dramaturgia. Cuando los personajes se iban
delineando aparecieron los actores que les darían vida. Por suerte cuando les
envié las primeras escenas todos dijeron que si. Para mí la obra logra vuelo
gracias a ellos. Son ellos los que la engrandecen, los que hacen que esté viva.
Yo los veo función a función y no me imagino a ningún otro actor haciendo esos
personajes, y cuando eso sucede sabés que la cosa funciona. Estos talentosos actores
son: Victoriano Arana, Nacho Bozzolo, Agustina Cerviño, Laila Duschatzky y
Paula Staffolani.
6.- Contános sobre los ensayos
Hubo, a mi entender, 3 instancias
de ensayo: una primera en donde los actores se conocieron entre sí, empezaron a
armar sus personajes (porque es una obra de personajes y construcción alejada
del naturalismo reinante), y principalmente a construir vínculos. Hicimos
muchos laburos que sirvieron para generar esos vínculos, para que cuando se abordaran
las escenas ya hubiese un piso.
La segunda instancia fue con todo el
texto, en una sala. Algo más parecido a los tiempos de producción “comercial” u
“oficial”.
La tercera instancia fue llegar al
teatro y sumarle toda la corporalidad de la obra, lo que viste y define el
mundo que se narra en la obra. Y ese mundo tiene algo de parafernalia, y uso
esta palabra sin un modo peyorativo, porque la obra busca entretener y divertir
y tiene un complejo mecanismo para que eso ocurra. Hay cambios en segundos. No
hay apagón en la obra, nunca. Y para que eso suceda hay que coordinar muchas
áreas, sin que toda esa fantasía se derrumbe. Fue arduo ese momento, sobre todo
para los actores que si bien ya venían incorporando la idea de los dispositivos
móviles, se les sumaron muchas cuestiones técnicas. Pero creo que hacen al
dinamismo y ritmo del espectáculo.
7.- Cómo definirías la obra?
Yo digo que es una de reír. Pero no de
reírnos porque sí y de cualquier cosa. Nos reímos de aquello que nos identifica
y nos asombra. No podemos creer que ciertos personajes digan tal o cual cosa, o
reaccionen de ese modo. La impunidad de ciertos momentos la hace hilarante,
pero se cuenta la historia que necesitamos decir. La decimos con humor, y eso
la hace más real.
Es una obra que versa sobre los cambios
y sobre cómo dejamos que operen en nuestra vida cuando a veces son somos tan
valientes para afrontarlos.
8.- Cuál es tu próximo proyecto
Casi sin querer se armó la idea de una
trilogía sobre el cambio. Asi que en breve empiezo a escribir la segunda obra,
que sigue el camino de los cambios y sus maneras de manifestarse. También
pienso dirigirla y si todo sale bien, el año entrante se estrena. Es que una
vez que uno dio el primer paso, solo queda dar el siguiente. Disfruto muchísimo
haciéndolo. Me canso muchísimo. Parece un esfuerzo titánico. Y después entendés
que estás haciendo aquello que amás y sos afortunado por hacerlo. Y agradecido.
Una película: “Las invasiones bárbaras”
del canadiense Denys Arcand
Un cuadro: Cualquiera de Xul Solar.
Una canción: “Under Pressure” del
inmortal Mercury acompañado por Bowie.
Un libro: “Travesuras de la niña mala”
De Vargas Llosa. Lo cerré y lloré por media hora. Hace mucho que un libro no me
produce eso.
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