El sistema del Invierno (Libros)
Compartimos con ustedes la reseña de Lucas Iranzi sobre el libro El
sistema del Invierno de Yamila Bêgné. Al final de la reseña está el link de la editorial Outsider donde pueden adquirir el ebook.
* El que avisa no traiciona. El sistema del invierno de Yamila Bêgné
es un libro de léxico geométrico y asociaciones progresivas. Su estilo exuda
una aparente racionalidad analítica. Es un libro de cuentos y de
contagios, entre un cuento y el otro, entre la forma y el contenido. Desde el
primer cuento en donde las crónicas sobre los sueños son distorsionadas y
uniformadas por un periodista, la inspiración en la realidad es sólo una excusa
para una espiral de modificaciones íntimas y textuales. Cada cuento termina
transformándose en un vagón de un tren soñado tan primigenio que aún no se sabe
“tren”.
No es que los cuentos estén vinculados entre sí desde sus tramas, sino en el carácter sucesivo que tiene la construcción de un saber. El segundo cuento, Monocromo, es una forma de vincular la naturaleza cromática de dos personas y una relación y si el concepto utiliza al autor como medio, en Nudos, los medios se vuelven asesinos mientras el tiempo se vuelve una comprensión oblicua del presente. Inaudible explora el lenguaje calculado, vacío y aún así poético de una relación, Derrotero es una aproximación a un lunar gestáltico. Estos pequeños cuentos previos nos aclimatan para el último y más largo cuento del libro: El sistema del invierno.
En la nieve los pasos son crocantes y aislados, aunque el polo esté lejos algún viento polar comenta a la distancia. La luz es diferente y cuando comienza a nevar se produce un silencio literario: se vive y se muere en el misterio del frío. Refiriéndose a las piedras que el arquitecto no debe mutilar, en The Bible of Amiens, John Ruskin expresa: “En ellas está escrita una historia y en sus venas y sus zonas, en sus líneas quebradas, sus colores escriben las leyendas diversas siempre exactas de los antiguos regímenes políticos del reino de las montañas al que pertenecieron estos mármoles, de sus flaquezas y sus energías, de sus convulsiones y sus consolidaciones desde el principio de los tiempos.”
Los ambientes contienen a los personajes, al estilo y a la realidad misma, todo se amalgama, se entreteje y un método heterodoxo le da cuerpo a una engañosa racionalidad. Podríamos decir que al escribir trabajamos con la materia prima del pensamiento: el lenguaje y al actualizar esta noción podríamos preguntarnos cuántas veces pensamos con palabras y cuántas con imágenes, como cuando no podemos definir el rechazo a una situación imaginada y las palabras llegan más tarde, atropelladas y expresando lo que pueden.
Entonces podríamos concluir que "no entendí" y continuar con nuestras vidas. El problema se diluye en la capacidad de quien "no entiende". El problema de algún modo queda sucinto a su inteligencia, a su capacidad asociativa o simplemente a su agotamiento reflexivo. No se trata de entender porque si fuera así, al "no entender" el significado de la vida no nos quedaría más remedio que el suicidio. Entiendo que un libro no es un manual para la correcta utilización de una licuadora o, al menos, eso intuyo. Siempre se puede estar configurando una licuadora inimaginable sin siquiera saberlo.
La retórica moderna se ha simplificado para favorecer la comunicación entre especialistas de diversas áreas. El lector se ha acostumbrado a esta simplificación y comprende su necesidad práctica sin atender a la degradación estética. Estas síntesis: "menos es más", "evitar los adverbios de modo y la sobre adjetivación" decantan en un gusto mancomunado. Una ecuanimidad industrial, parte del progreso y consecuencia intrínseca de la civilización en donde la nostalgia sólo se permite en casos determinados, la mayoría de ellos consecuencia de una consagración precedente. En un primer momento a este positivismo la literatura supo contestarle con el decadentismo, un surrealismo inasible. ¿Cómo ser preciso entre exigencias sintéticas cuando el campo de estudio es orgánico? Recordemos que no se trata de un estudio sino de literatura, por empezar y luego habría que ver en qué medida aquello que pensamos orgánico se ha transformado, a su vez, en un sistema.
“LA DECADENCIA DE LA MENTIRA: UNA CONDENA. Una de las principales causas del carácter curiosamente vulgar de la mayor parte de la literatura de nuestra época es sin duda alguna la decadencia de la mentira como arte, ciencia y placer social. Los historiadores clásicos nos han legado deliciosas ficciones como si fueran hechos; el novelista moderno nos presenta hechos aburridos bajo el disfraz de la ficción (…) Es posible encontrar al novelista en la Biblioteca Nacional o en el Museo Británico documentándose sin rubor sobre un tema. Ni siquiera tiene el valor de apropiarse de las ideas ajenas, persiste en recurrir directamente a la vida para todo, y al final, sumando las enciclopedias a la experiencia personal se convierte en alguien pedestre, porque recrea a sus personajes a partir de círculos familiares o de la señora de la limpieza, y sólo consigue acumular una montaña de información útil de la que nunca, ni siquiera en sus momentos más reflexivos logrará librarse.”
No es que los cuentos estén vinculados entre sí desde sus tramas, sino en el carácter sucesivo que tiene la construcción de un saber. El segundo cuento, Monocromo, es una forma de vincular la naturaleza cromática de dos personas y una relación y si el concepto utiliza al autor como medio, en Nudos, los medios se vuelven asesinos mientras el tiempo se vuelve una comprensión oblicua del presente. Inaudible explora el lenguaje calculado, vacío y aún así poético de una relación, Derrotero es una aproximación a un lunar gestáltico. Estos pequeños cuentos previos nos aclimatan para el último y más largo cuento del libro: El sistema del invierno.
En la nieve los pasos son crocantes y aislados, aunque el polo esté lejos algún viento polar comenta a la distancia. La luz es diferente y cuando comienza a nevar se produce un silencio literario: se vive y se muere en el misterio del frío. Refiriéndose a las piedras que el arquitecto no debe mutilar, en The Bible of Amiens, John Ruskin expresa: “En ellas está escrita una historia y en sus venas y sus zonas, en sus líneas quebradas, sus colores escriben las leyendas diversas siempre exactas de los antiguos regímenes políticos del reino de las montañas al que pertenecieron estos mármoles, de sus flaquezas y sus energías, de sus convulsiones y sus consolidaciones desde el principio de los tiempos.”
Los ambientes contienen a los personajes, al estilo y a la realidad misma, todo se amalgama, se entreteje y un método heterodoxo le da cuerpo a una engañosa racionalidad. Podríamos decir que al escribir trabajamos con la materia prima del pensamiento: el lenguaje y al actualizar esta noción podríamos preguntarnos cuántas veces pensamos con palabras y cuántas con imágenes, como cuando no podemos definir el rechazo a una situación imaginada y las palabras llegan más tarde, atropelladas y expresando lo que pueden.
Entonces podríamos concluir que "no entendí" y continuar con nuestras vidas. El problema se diluye en la capacidad de quien "no entiende". El problema de algún modo queda sucinto a su inteligencia, a su capacidad asociativa o simplemente a su agotamiento reflexivo. No se trata de entender porque si fuera así, al "no entender" el significado de la vida no nos quedaría más remedio que el suicidio. Entiendo que un libro no es un manual para la correcta utilización de una licuadora o, al menos, eso intuyo. Siempre se puede estar configurando una licuadora inimaginable sin siquiera saberlo.
La retórica moderna se ha simplificado para favorecer la comunicación entre especialistas de diversas áreas. El lector se ha acostumbrado a esta simplificación y comprende su necesidad práctica sin atender a la degradación estética. Estas síntesis: "menos es más", "evitar los adverbios de modo y la sobre adjetivación" decantan en un gusto mancomunado. Una ecuanimidad industrial, parte del progreso y consecuencia intrínseca de la civilización en donde la nostalgia sólo se permite en casos determinados, la mayoría de ellos consecuencia de una consagración precedente. En un primer momento a este positivismo la literatura supo contestarle con el decadentismo, un surrealismo inasible. ¿Cómo ser preciso entre exigencias sintéticas cuando el campo de estudio es orgánico? Recordemos que no se trata de un estudio sino de literatura, por empezar y luego habría que ver en qué medida aquello que pensamos orgánico se ha transformado, a su vez, en un sistema.
“LA DECADENCIA DE LA MENTIRA: UNA CONDENA. Una de las principales causas del carácter curiosamente vulgar de la mayor parte de la literatura de nuestra época es sin duda alguna la decadencia de la mentira como arte, ciencia y placer social. Los historiadores clásicos nos han legado deliciosas ficciones como si fueran hechos; el novelista moderno nos presenta hechos aburridos bajo el disfraz de la ficción (…) Es posible encontrar al novelista en la Biblioteca Nacional o en el Museo Británico documentándose sin rubor sobre un tema. Ni siquiera tiene el valor de apropiarse de las ideas ajenas, persiste en recurrir directamente a la vida para todo, y al final, sumando las enciclopedias a la experiencia personal se convierte en alguien pedestre, porque recrea a sus personajes a partir de círculos familiares o de la señora de la limpieza, y sólo consigue acumular una montaña de información útil de la que nunca, ni siquiera en sus momentos más reflexivos logrará librarse.”
La decadencia de la mentira de Dorian Grey
El sistema del invierno es un conjunto de cosas relacionadas entre sí que finalizan en el equinoccio de primavera. En donde el presente es un palimpsesto de pasados y futuros y una de sus propuestas más interesantes es la de favorecer e invitar a la re-lectura. Es un libro tan múltiple como el lector quiera hacerlo y es un libro atento al carácter sucesivo de cada una de estas lecturas. Los sistemas, más vinculados a la filosofía y en términos técnicos a la informática (como un orden que se le da a la información), en la literatura ocupan un lugar endeble, alguna vez proclamó Hamlet: “Hay más cosas en el Cielo y en la Tierra que las que sueña vuestra filosofía” y creo que en esas otras cosas indaga la literatura. Quizás haga uso de algún que otro sostén pero la búsqueda es distinta. Parecida pero distinta.
Haciendo caso omiso de la degradación positivista y con el ímpetu de una letrada acérrima, Yamila Bêgné promueve una exploración, específica, delicada y sistemática de lo sucesivo y en lo sucesivo va incluyendo cuento a cuento diversas variables hasta incluir la vida, la muerte y el propio acto de escribir un cuento. Esta intrincada exploración intelectual es atenuada por aproximaciones sensibles que confluyen en amalgamas cercanas a lo onírico. A veces pienso que los escritores encuentran su estilo oscilando entre lo aprendido y lo intuitivo. Las cuestiones de gusto, los criterios generales y lo que produce una satisfacción estética personal e inexplicable. Esta oscilación, volcada en el texto, es una forma de indagar y redescubrir las ideas oración a oración, palabra a palabra que va dejando la impresión de algo frío pero vivo al fin.
El sistema del invierno es un conjunto de cosas relacionadas entre sí que finalizan en el equinoccio de primavera. En donde el presente es un palimpsesto de pasados y futuros y una de sus propuestas más interesantes es la de favorecer e invitar a la re-lectura. Es un libro tan múltiple como el lector quiera hacerlo y es un libro atento al carácter sucesivo de cada una de estas lecturas. Los sistemas, más vinculados a la filosofía y en términos técnicos a la informática (como un orden que se le da a la información), en la literatura ocupan un lugar endeble, alguna vez proclamó Hamlet: “Hay más cosas en el Cielo y en la Tierra que las que sueña vuestra filosofía” y creo que en esas otras cosas indaga la literatura. Quizás haga uso de algún que otro sostén pero la búsqueda es distinta. Parecida pero distinta.
Haciendo caso omiso de la degradación positivista y con el ímpetu de una letrada acérrima, Yamila Bêgné promueve una exploración, específica, delicada y sistemática de lo sucesivo y en lo sucesivo va incluyendo cuento a cuento diversas variables hasta incluir la vida, la muerte y el propio acto de escribir un cuento. Esta intrincada exploración intelectual es atenuada por aproximaciones sensibles que confluyen en amalgamas cercanas a lo onírico. A veces pienso que los escritores encuentran su estilo oscilando entre lo aprendido y lo intuitivo. Las cuestiones de gusto, los criterios generales y lo que produce una satisfacción estética personal e inexplicable. Esta oscilación, volcada en el texto, es una forma de indagar y redescubrir las ideas oración a oración, palabra a palabra que va dejando la impresión de algo frío pero vivo al fin.
El sistema de Invierno de Yamila Bêgné.
Septiembre 2015. Ediciones Outsider. http://www.eloutsider.org/producto/el-sistema-del-invierno-ebook/
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