Nota sobre la novela “La mala memoria” y entrevista a Santiago Giralt
Foto: Ariel Epstein |
Entrevisté a Santiago Giralt que me contó cómo creó los personajes, cómo nació la novela, los tiempos para escribirla y algunas cosas más que comparto con ustedes en esta nota.
Romina: ¿Cómo empezaste a escribir “La mala memoria”?
Santiago: En el año 2011 me fui al norte de Canadá, al Yukon, pegado a Alaska, con una beca para escribir un guión de cine. Era verano y los días duraban 24 horas, así que todos los días después de trabajar en el guión de cine, me ponía a escribir esta historia. Por lo general escribía en el “turno noche” porque me bajaba una energía extra y había aún luz. La primera imagen que me vino fue Norma rezando y sus malos pensamientos. Norma fue el personaje que pensé primero. Recuerdo que encontré en mi computadora un archivo escrito en tercera persona sobre las vacaciones que se llamaba “Pasajero de clase media” y ahí se unieron dos cosas en esa fricción, la idea de monólogos interiores y cartas, las dos cosas en las que se basaría la escritura de la novela. Empecé a escribir y los personajes no pararon de hablar. Durante todo ese mes escribí la primera parte de la novela que tiene que ver con los monólogos interiores.
R: ¿Cómo nacieron
los personajes?
S: La primera
que pensé fue
Norma, los demás
personajes fueron surgiendo del mundito que se iba armando a partir de ella. Yo
sabía
de un principio que iba a pasar el tiempo y que el lector iba a ir
descubriendo, a partir de los hechos narrados, cuánto tiempo había pasado
entre los últimos
recuerdos y los de ahora. Hay elipsis entre los capítulos y es
rica cuando comprendes qué
es lo que pasó en
el medio. Una
vez que estructuré los 30 años que iban a pasar en el libro, fui asignándole a
cada personaje un lugar en la estructura. Creo que el último
personaje que apareció es el cura,
que los mira de afuera y con el que todos se confiesan. Tuve la idea de las
confesiones y que se escucharan sus pensamientos cerrados, como si todo
sucediera dentro de un ataúd, con 40 grados adentro de un confesionario, a
partir de ahí las
cartas y la secuencia del final fueron apareciendo como consecuencia de haber
escrito lo anterior.
R:
¿Cómo definirías los personajes de Norma y Martín?
S:
Norma y Martin son dos extremos de la vida, representan la vejez y la infancia.
Podría
decirte que me encantó lo que dijo Leopoldo Brizuela en la
presentación
del libro, donde manifestó
que yo elegí los
personajes tachados por la historia de los vencedores. En lugar de elegir al
gran abuelo maravilloso, al hermano exitoso en los deportes o al padre
trabajador, me volqué por
el mundo femenino y de los seres inadaptados, quienes aun siendo convencionales
en algunos aspectos de sus vidas, son especialmente excéntricos; incluso la niña que
pareciera estar en el mundo de los aceptados, cuando pasa de niña a mujer se ve
obligada a dar rienda suelta a su deseo y romper la ley. Todos los personajes
que elegí están
a punto de caer del buen ojo de la moral media.
R:
¿Cómo fue el contexto de escribirla?
S:
La escritura del borrador fueron los primeros dos años y medio, dentro de ese
tiempo el Bergoglio se hace papa, Máxima se hace reina, pasaron muchas
cosas que se ven reflejadas en la novela. Yo sabía desde el principio que el último capítulo iba a
ser esta mujer perdiendo la memoria pero a su vez, construyendo una memoria mítica muy a
su conveniencia de lo que quisiera que fuera también la historia
del país,
que es algo que el libro va contando solapadamente.
Hay
un capítulo
final que para mí tiene
un sentido claro, pero que supongo que para el lector puede tener diferentes
resonancias, ese monólogo
del personaje que pierde la memoria fue mi posibilidad de encontrar lo que quería decir con
la novela, que lo encontré
teniendo que perderla.
Fueron
dos años escribiéndola
y dos años más
hasta la última
corrección
donde sentí que
era el momento que tuve que hacer máximo foco pero que lo disfruté mucho. Toda
la etapa del pasaje del texto al libro, acompañar el proyecto no desde la
escritura diaria sino desde la elección del índice, de la tapa, la edición del
texto con las correctoras. Por ejemplo la tapa nació de una
sugerencia del editor que es Marcelo Panozzo y de Máximo Sánchez. Hubo
gente que se rompió la
cabeza tratando de descubrir que había abajo, para mí era más una
cuestión
gestual.
R: ¿Tenes
alguna rutina para escribir?
S:
Mi problema es que trabajo de muchas cosas, hago cine, doy clases y además escribo.
Cada novela fue diferente, la primera la escribí con el método de
Stephen King que consiste en escribir dos mil palabras por día. La
novela se llama “Nelly R., la
amante del general” y
es la historia de amor de Perón con una nena de 14 años, después de la
muerte de Evita. Con “La
mala memoria” utilicé
una laptop en un escritorio y al lado el termo de mate siempre lleno. Ahora
estoy escribiendo una nueva novela a mano, por sugerencia de Brizuela, voy bien
pero no me permito hacer trampa adelantando cosas tipeando así que lleva su
tiempo. Al
escribir una novela a mano baja una energía diferente, una urgencia que le
hace muy bien al libro que estoy escribiendo.
Además tengo
varios proyectos empezados por lo que un día entro en un archivo otro día en otro,
van siendo pequeñas semillas en la espera. Por otro lado tengo cuadernos donde
diseño las estructuras de las novelas, pego las películas que
veo en el cine, son como mapas mnemotécnicos que me sirven para escribir la novela y dejar
huellas de mi vida.
Ahora
estoy trabajando en una saga familiar que empieza en el siglo 19 y termina en
el futuro, en el año 2060, la generación de mi hijo escribiéndome a mí. Se trata
de un melodrama sexual a través de la historia. Es de largo aliento así que veremos
cuándo lo tengo listo.
Una
película:
El color púrpura
Un
libro: Anna Karenina de León Tolstói
Una
canción:
Mi elemento de Luis Alberto Spinetta
Un
cuadro: El jardín
de las delicias de El Bosco
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