Entrevista a Andrés Bazzalo (Teatro)



 Entrevista a Andrés Bazzalo sobre la obra Los sirvientes, que pueden ver los domingos a las 18 horas en el Teatro del Pueblo.  

1. ¿Cómo fue la elección de la obra? 

Con Adriana Tursi nos une una amistad personal construida en el tiempo y con trabajos compartidos: Perro de playa y Perdidos por amor, son dos de sus obras en la que trabajé como director. La actriz Laura Montes de Oca, que interpreta en la obra el personaje de Antonia, que fue además alumna mía en el profesorado hace muchos años me envió Los sirvientes, que había conocido, ya que también ha trabajado con la autora, y de inmediato me interesó ponerla en escena. Me resultó interesante abordar un momento tan peculiar de nuestra historia reciente, pero abordado tangencialmente, en forma indirecta y sutil a través de lo percibido por la servidumbre de la residencia presidencial.

2. ¿Cómo fue la elección de los actores que interpretan la obra y del equipo? 

La obra precisaba de buenos actores y con phisic du rol determinados. En principio recurrí a algunos actores que conozco desde hace muchos años y que son muy buenos y adecuados para los roles: Élida Schinocca, Marcelo Bucossi y Fito Yannelli. Excelentes los tres, había trabajado con ellos en alguna ocasión y siempre esperaba la oportunidad de volverlos a convocar. Y aquí se dió la oportunidad, además, de que tuvieran el tiempo para comprometerse con el proyecto. Laura, como dije, es una de las impulsoras y estaba ya incluida desde el primer momento. Soledad Rodríguez llegó recomendada por directores amigos, era para mí importante que tuviera un cierto parecido con Evita y a Luciana Bava, la conocía como actriz y también tenía el tipo necesario para hacer la contrapartida del personaje de Carmen: las dos mucamas bellas pero contrastantes, una rubia y alta, la otra morena y más baja. Además de las cualidades artísticas, a los directores nos importan mucho las características físicas y de temperamento de los actores. Enseguida se armó un equipo potente que se entendió de inmediato. Se les sumaron: Adriana Dicaprio en vestuario, colaboradora mía en cantidad de proyectos, así como Fabian Molina Candela en luces y Ale Baccarat en fotos. A Ariel Nesterczuk lo conocía como actor, vestuarista y titiritero y ya nos unía una amistad y se incorporó como asistente de dirección, que es un rol muy importante en el proceso de la puesta en escena y su continuidad en las funciones.

3. ¿Cuánto tiempo llevaron los ensayos y cómo fueron? 

Varios meses, comenzaron en octubre del año pasado y tuvieron un intervalo en diciembre y enero. A mí me gusta trabajar con intensidad y darle espacio a lo experimental. También me importa mucho la dirección de actores, dado que son el centro de la escena. Provocar un intercambio, darles la posibilidad de desarrollar lo propio, de proponer. Así que los ensayos siguieron este derrotero.


4. ¿Cómo es la relación con el teatro? 

En este caso la obra fue montada para la sala Teatro Abierto del Teatro del Pueblo, dado que Adriana Tursi es integrante del grupo de autores que integran SOMI y gestionan el espacio. Así que el montaje fue ideado desde el principio para ese espacio, que tiene un diseño muy peculiar, con tres frentes, pero permitía una relación cercana e íntima con los personajes, cosa que la obra demanda.

5. ¿Cómo definirías la obra? 

Como una obra de claroscuros, protagonizada por personajes secundarios al centro de la historia, indefensos, desconcertados, intentando subsistir. Historia de comunidad, de lazos, de intrigas. De soledad y desconcierto. Testigos mudos de una historia palaciega, imposible, como es la sucedida en la intimidad del poder desde la muerte del líder hasta el golpe de estado de 1976.


6. ¿Cómo fue la elección de la puesta en escena? 

Si bien la obra, en principio, se adscribía dentro de la tradición de las obras entre criados y por lo tanto planteaba la antecocina de la zona de servicio, cargada de acciones, utensilios y vajilla. Es decir, de cierta impronta costumbrista, decidí eliminar todo elemento, dejar sólo alguno indispensable y concentrar la acción casi en primeros planos. Diseñar una puesta en escena geométrica, precisa, siempre de paso, para estos personajes sin espacios propios, siempre dependiendo de los de arriba, siempre atisbando desde lo oscuro. Pasillos de luz, pasillos infinitos por los que deambulan atareados a veces, fatigados otra, desorientados a veces. Indefensos siempre. Para construir, claro, metáfora, que es lo que el teatro es, en definitiva.

 








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