Entrevista a Pablo Montoya (Libros)
Entrevisté a Pablo Montoya sobre su último libro “Tríptico de
la Infamia”, una interesante novela que a través del relato sobre la vida de
tres pintores, desconocidos por la historia del arte, le permiten al autor
abordar el tema de la infamia.
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¿Cómo
fue tu infancia en relación a los libros y la música?
Mi padre era médico, fue un hombre con una relativa cultura y
en casa teníamos una pequeña biblioteca con algunos clásicos. Mi madre se ocupó
siempre del hogar y de sus once hijos, yo soy el noveno. Fue ella quien despertó
mi interés por la lectura. Les voy a contar
una historia simpática, mi mamá me tuvo a sus cuarenta y tres años y entró
a la menopausia cuando yo tenía siete años. Vivíamos en Antioquía, donde es
costumbre que la gente duerma la siesta. En esa ciudad la temperatura es todo
el año entre dieciséis y veinticinco grados, amanece a las cinco y media de la
mañana y anochece a las seis y media de la tarde, no hay estaciones. Mi madre
se levantaba a las cuatro de la mañana para ocuparse de sus once hijos y al
mediodía hacía una siesta para descansar. Con la menopausia se le fue el sueño,
entonces cuando yo llegaba de la escuela al mediodía la encontraba leyendo.
Ella fue la que empezó a mostrarme libros, y me decía lee esto Pablito, lee
aquello. Era muy católica y estaba pendiente de que yo leyera libros decentes,
que no me extraviara y ejercía una cierta censura acerca de lo que me daba para
leer. Por supuesto, yo terminé extraviándome, como la mayoría de los escritores
que terminamos leyéndolo todo. Con la música mi papá me transmitió su interés
por la ópera italiana, era un amante de Verdi, de Rossini, de Bellini. Mi papá
y mi mamá querían que yo fuese médico, pero fui músico y luego desde la música
pasé a la literatura.
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¿Cómo
fue ese paso de la música a la literatura?
En la adolescencia escribí poemas, que luego quemé o rompí,
no creo que exista nada de esa época. Cuando era estudiante de música, estuve
cerca de ocho años en Tunja, una ciudad colonial, fría, altiplánica y fue ahí
donde comencé a escribir cuentos con los que gané algunos concursos. Los
cuentos eran sobre música, compositores,
intérpretes, siempre relacionados con la música clásica. Algunos de los
personajes de esos cuentos son Bach, Schumann, entre otros.
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¿Están
publicados esos cuentos?
Si, los publique cuando estaba en Paris en un libro que se
llama “La sinfónica y otros cuentos musicales”, es mi segundo libro de cuentos
y mi segundo libro publicado. Publique 500 ejemplares y hoy está agotado. El primer
libro de cuentos que escribí y publiqué es sobre violencia y tiene que ver con
Medellín. Los dos ejes de mi obra son la violencia y el arte, que con el tiempo
se van a ir enlazando en las distintas novelas. En algunos es la música, en
otros es la literatura, en este es la pintura y su relación con las turbulencias
sociales.
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¿Qué
podes contarnos sobre los protagonistas del libro?
Son tres pintores desconocidos que no tienen un espacio es la
historia de la pintura del siglo XVI. El primero es Jacques Le Moyne, un pintor
de indios, que viene a América. El segundo es François Dubois, un pintor
espectral, al que tuve que rastrear y del que solo encontré; que se publicó en
el Museo Cantonal de Bellas Artes de Lausana, donde está el cuadro. El libro se
llama “El mundo según François Dubois”,
y son interpretaciones acerca de la obra de él porque de su vida no se conoce
casi nada. Su obra es solamente ese cuadro, “La masacre de San Bartolomé”,
porque todo lo demás lo destruyeron. En Ginebra donde se exilió dejó esa tabla
que durante muchos años creían que pertenecía a otro pintor. Esa obra es
importante desde el punto de vista testimonial, es un ejercicio de memoria. El
tercer pintor es Théodore de Bry, grabador de Lieja. Tanto el primero como el
tercero son pintores que tienen que ver con el descubrimiento y la conquista de
América, empecé hace muchos años a estudiar sobre ellos, a recoger información,
a fotocopiar textos de académicos franceses que se han ocupado de estos
pintores. Los conocí en la década del 90 cuando fui estudiante de La Sorbona de
París, no sabía muy bien que iba a hacer
hasta que encontré a los tres y empecé a
escribir los cuentos. Finalmente casi quince años después del descubrimiento
empecé a escribir la novela.
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¿Cuánto
tiempo te llevo escribirla?
Comencé a escribir unas treinta páginas en Paris en el año
dos mil once. Al años siguiente me gané una beca en Medellín y esa beca me
obligo a sentarme a escribir la primera versión en cuatro meses, para esto
alquilé una casa en el retiro, en las afueras de Medellín, donde escribí la primera
versión. La primera y la segunda parte estaban bien pero sentía que la tercera
parte estaba un poco desajustada, no me convencía del todo. En el año 2013 me
gane una beca para ir a Alemania, y aproveche para visitar varias ciudades como
Berlín, Frankfurt, Lieja, y recorrer el territorio donde estuvo De Bry, y así reestructurar
la novela. En Lieja hay un museo en la Universidad, dedicado a Theodore de Bry y sus hijos que
tenían un taller de impresión y edición
de grabados. En esa galería hay mucha información sobre la familia, sobre ese
proyecto artístico de los De Bry. Estuve tres días investigando, me atendieron
muy bien y todas estas pesquisas las introduje en la tercera parte de la
novela. El primer semestre del 2014 empecé a corregir, a pulir, ya sabía que se
iba a publicarla en Random House. La novela la entregue en julio de dos mil
catorce, se publicó en Septiembre y luego llegó el premio que fue algo
sorpresivo. Fueron quince años investigando, viajando, fue una experiencia muy
grata.
Entrevista realizada por Romina Soler para La ventana arte y
cultura.
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