Esos ojos negros (Teatro)



“Hay que cruzar albas heladas de codicia para llegar al paraíso terrenal”
Este espectáculo presenta dos obras cortas de Ricardo Monti: Asunción y Apocalipsis mañana, enmarcadas en lo que hemos llamado Alquimia Monti, un momento que, con  poesía, presenta algunos características de lo que es el teatro para Monti y algunos rasgos de su dramaturgia.

ASUNCIÓN
APOCALIPSIS MAÑANA
ALQUIMIA MONTI

Actúan: Bernarda Pagés, Camila Grosso y Javier Medina
Sonorización en vivo: Manuel Brener
Escenografía y Vestuario: Mora Canteli
Iluminación: Giorgio Zamboni
Producción: Gabriela Oyola
Lecturas: Gabriela Oyola
Alquimia Monti: Gabriela Oyola/Eduardo Graham
Dirección: Eduardo Graham

Funciones: sábados 17.30 hs.
Duración: 75 minutos

ESPACIO CALLEJÓN
Humahuaca 3759, teléfono: 4862-1167
Reservas y compra de entradas: www.alternativateatral.com
Valor de la entrada: $ 350 y $ 290 (descuentos a estudiantes y jubilados).
Venta anticipada con descuentos

ASUNCIÓN
Durante la noche el río se escucha en un claro murmullo interminable. El río en una oscura noche, como un niño, a la espera del amor. Dos mujeres en el mismo suelo, en el alto Paraná en el año 1537. Una por parir y otra por morir, como nacen y mueren los pájaros, conquistando desiertos, mares, selvas.
¿Qué otra cosa dará el teatro sino la historia? La historia como esas marcas que dejan los animales silvestres, en la tierra, después de la lluvia. Y el teatro, un animal de la floresta que huele y se arrima apasionado, creando la historia, mezclada en mitos, con personajes enormes, pero en la dramaturgia de Ricardo Monti se vuelven singulares, porosos, corpóreos.
Fluye el río en Asunción, en Irala, en Doña Blanca, creaturas de la noche, buscando regar la tierra.
Doña Blanca, manceba de Don Pedro de Mendoza, con su cuerpo enfermo, revuelve el río en lucha de amor y se hace loba olfateando el cuerpo de Irala. Sigue su pasión por las orillas del río y arrastra su pregunta: qué hago aquí en el corazón que late oscuro de esta tierra incógnita.
Asunción, un murmullo en plena noche, una india cerca de la lluvia, del fuego, pariendo el primer mestizo de la tierra, hijo de Irala. Irala que como una muralla se anuncia lejano, calculador, apasionado de poder, desairando el amor de Doña Blanca.
Asunción y Doña Blanca son mujeres porosas en la dramaturgia de Monti, buscando crear la vida en el centro de la noche, a punto de trepar el amanecer.
El teatro tiene su sangre que fluye en la historia, tiene sus murmullos, su propia vegetación, sus animales. El hilo secreto del teatro de Monti nace en el río, es rocoso, trae todo lo que vive en su camino con una fuerza poderosa y se vuelve amorpasión.

APOCALIPSIS MAÑANA
Una suave fragancia para siempre dice Ricardo Monti en Apocalipsis mañana. Como si el perfume fuese tan intenso que hiciera estallar el envase en miles de cristales, de formas únicas, casi volviéndose arena, y rozara todas las calles de una ciudad hasta recoger teatro.
Una ciudad, un país, un pueblo hecho de ruidosas calles con imágenes inolvidables, que perduran. Las hermanitas Bianca y Rosie, las más audaces creadoras de crucigramas, inventando palabras cruzadas desde hace cincuenta años. Revolucionando el género! Pero una palabra central: Humanidad.
Ver es un acto creativo, que no es mirar, sino jugar, inventar algo nuevo en medio del camino. Ver es descubrir.
El teatro revela humanidad y nos descubre en la oscuridad, busca la mirada para quedar ojos con ojos, rodeando una historia, hechos multitud. Bianca, entre las calles, en medio de una explosión de luz buscando ver, como los poetas buscan, entre la niebla, a ciegas, hasta dar con la palabra nueva, esa que no se ha pronunciado todavía. Toda imagen humana es un poema único y el poeta ve entre multitudes, hay poetas entre la multitud.
Hay visión.
El teatro es esa multitud intentando ver en medio de tanta explosión humana. Bianca, entre hogueras, incendios hechos de ira, después de años de silencio, desde 1945, sale al mundo para ver. Es que el teatro tiene sus silencios, necesarios, profundos, inquietantes. Que sea el año 2001, que sea la historia argentina el escenario de Bianca, da al teatro ondulación, movimiento, potencia.
El teatro callejea, se mete en el tumulto, rompe los silencios y crea la historia. No los hechos, sino las visiones, lo que el teatro siembra para siempre. Bianca camina entre hogueras creando la vida, como todas las mujeres de Monti. Rosie ha muerto y la revelación está en las calles.

ALQUIMIA MONTI
La poesía es destierro, mudanza hacia sí misma y hacia el mundo, sobre un camino polvoriento. La poesía es la piel de las cosas, de los sucesos, transformación permanente.
Es un estado fluyente, una cueva lejana por donde se escucha la respiración del mundo.
Es esa transformación del viento en sonido, del sonido en respiración, de la respiración en palabra y de la palabra en humanidad. Un lento pasaje de estados bellos. Una alquimia del mundo enriquecida por la mirada.
El teatro es alquimia constante, convierte al mundo en un espacio de luz donde cada personaje es una piedra de oro con apariencia rocosa. El teatro es, en un comienzo, en su génesis, en su semilla, literatura teatral, texto, tejido, es la textura de un camino que el poeta dramaturgo ha pensado durante noches, días, hasta descubrir cómo el teatro comienza a vivir.
La dramaturgia en Ricardo Monti es un lento descubrimiento de imágenes que toman posición, inauguran un lugar y ahí la vida se revela nueva, luminosa, expresivamente dibujada con su alma. Su dramaturgia nace en la noche, y a medida que avanzan las horas, al llegar al amanecer, de paso en paso, sus personajes crecen libremente creándose y creando un mundo, su mundo, su lugar.
Qué otra cosa puede hacer un poeta que no sea revelar paraísos, a veces perdidos, demorados, otros destruidos, pero siempre paraísos novedosos. Alquimia Monti camina por esos mundos, territorios habitados por seres apasionados, algunos apasionadamente locos, amorosamente pasionales, otros ansiosos por apoderarse del poder, otros creando la pasión o muriendo con la pasión a cuestas. Y en estos mundos únicos, terrenos, poblados de historia argentina, mujeres alquímicas, transformadoras, valientes, logran dar vida al mundo desde sus orillas, mujeres hermosamente orilleras, en sus bordes, con voces auténticas, buscando comprender en medio de la oscuridad, como animales perdidos en una naturaleza ardiente.
Todo es alquimia en su dramaturgia, es transformación, inaugura paraísos donde el oro se vuelve roca. No importa el brillo de los metales sino el desgaste de la piedra cuando el viento sopla y sopla por siglos, para contarse a sí misma, con su valía, sus cobardías.
Su obra inaugura mitos y allí el mundo se vuelve original sin abandonar sus viejas historias, la historia de sus pueblos. El mundo es más mundo con la poesía de Monti y el espacio escénico se alquimiza, convierte el oro de las palabras en poema, al poema en roca y la roca en teatro.

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