Entrevista a Natalia Slvediansky (Teatro)

Entrevistamos Natalia Slvediansky, autora y protagonista de la obra de teatro La papa, una propuesta interesante que narra su vínculo con el judaísmo y con su hermana, cuando ésta última se hace ortodoxa. Es una obra que abre muchos interrogantes, nos hace replantear sobre las relaciones familiares y los vínculos. El espectáculo cuenta con la dirección de Nicolás Salischiker y un elenco compuesto por Mariana Álvarez, Alejandro Ezequiel Cohen, Hernán Mira, Florencia Rodríguez Zorrilla y Natalia Slovediansky. Con dirección y producción general Natalia Slovediansky y Nicolas Salischiker y como asistente de dirección y producción Irina Juarez. Actualmente la obra pueden verla los domingos a las 12 horas en el Teatro Timbre 4 en el Barrio de Boedo.

1.- ¿Cómo comenzó tu relación con el teatro?

Mi relación con el teatro comenzó primero como espectadora. Mi mamá de chica me solía llevar. E incluso de adolescente cuando se enteraba de alguna obra que parecía buena me decía de ir. No íbamos un motón, pero las veces que fuimos yo sentía muchas cosas en el cuerpo viendo gente en escena. Luego, a los 19 años hice un viaje donde compartí con una bailarina que tenía un amor por la danza que a mí me despertaba mucha curiosidad, me generaba mucha empatía verla tan enamorada de lo que hacía. Así que volví de ese viaje y me puse a estudiar danza. Esos fueron unos seis meses. Y de ahí, cuando terminó ese año, estudié comedia musical. Y ahí tuve mis primeras clases de teatro, que me daban una vergüenza enorme. Ese fue mi primer acercamiento a actuar y al año siguiente dije me anoté en Timbre 4 y empezó mi formación oficial y comencé a leer y ver mucho teatro de Buenos Aires.

2.- ¿Quiénes fueron tus maestros y qué aprendiste de cada uno de ellos?

Tuve muchísimos maestros. Que difícil hacer síntesis de tantos años de formación. Te tiro algunos nombres estudié en Timbre4 con Claudio Tolcachir, Paula Ransenberg, Francisco Lumerman, Lorena Baruta, Daniel Begino, entre otros, en la escuela de Alejandro Catala, con él y con Nahuel Cano, en la escuela de Nora Moseinco con Ignacio Sanchez Mestre y en una época me coacheo Francisca Ure. Estudié, danza teatro físico, canto, acrobacia, dramaturgia con Arístides Vargas (en Ecuador) y con Mariana Mazover. Teatro I y teatro Play Back con Helen Marcos (en México). Los aprendizajes fueron muchísimos. En timbre lo más valioso que aprendí es a no juzgar, a encontrar las razones de cada personaje, aprendí todo el abc, desde hacer análisis de texto hasta adquirir el hábito de ver teatro y el valor de la autogestión. Fran Ure, me enseñó a apropiarme de mi actriz, a salir de lugares míos aniñados. Con mucha sinceridad, dolorosa también de a momentos. Tuve un maestro que era artista plástico, Bernardo Kehoe, él me mostró que lo que yo hacía era valioso, que era bello. Fue de los primeros espacios donde yo me animé a mostrarle cosas muy mías, creaciones propias, íntimas, y él le dió mucho valor a esas creaciones. Me motivó mucho a que siga creando. De Helen aprendí la valentía de hacer lo que uno tiene ganas. Y lo potente que es compartir eso. De Arístides aprendí que la estructura es muy importante y que romperla es igual de importante. Y que al unir cosas que desde la razón no se unirían pueden cobrar mucho sentido juntas. Lili Rosi, es mi maestra más nueva. Es mi profe de canto y con ella encuentro un lugar muy amoroso, muy suave, ejercito el estar en escena desde el placer y el disfrute, a sentir el cuerpo, a tratarme con mucha amorosidad. Mucho contacto con el placer del sonido y del cuerpo. Trabajamos con mucha empatía y eso es hermoso. Y otro gran maestro es el oficio, hacer obras, probar, equivocarme, ver a compañeros ensayar, intentarlo, charlar sobre la escena, observar como hacen otros, dejar que te dirijan.

 3.- ¿Cómo comenzó el proyecto de La papa? 

La papa comenzó en el diván. Lo digo un poco en chiste y un poco en serio. Creo que empezó a partir de un proceso personal mío, donde una terapeuta me decía que convierta en arte lo que me estaba pasando. Luego, me empezó a pasar que cuando contaba la historia de mi familia la gente quedaba muy impactada, muy sorprendida. Me hacían muchísimas preguntas. A partir de eso yo empecé a registrar que esto producía algo en el afuera y me divertía mucho hablar del tema y responder preguntas. Me puse a escribir desde la necesidad de entender también esto que me pasaba y fue una forma de sanar o de hacer catarsis, de profundizar en mi historia. La primera versión la hice en un taller de dramaturgia y puesta en escena dictado en Ecuador por Aristides Vargas. Y bueno, esa fue la materialización de esa idea, la pude empezar a concretar en ese viaje.

 4.- ¿Cómo fue escribir algo tan personal, cuánto hay de ficción y de real en la historia?

Bueno, escribir algo tan personal fue muy sanador, muy valioso, muy arriesgado, muy difícil y muy divertido también. ¿Cuánto hay de ficción y de real? Hay mucho de las dos cosas, es difícil responder esa pregunta. Por empezar, en mi familia somos tres hermanas y yo en la obra pongo dos, por simpleza. Para mi era importante hacer síntesis, era infinito lo que tenía para contar. En parte para que no sea un embole, y además para que sea posible de realizar. Coordinar agendas de muchas personas es una tarea muy difícil. Así que esta bueno ir a lo escencial. El grupo de autoayuda (que no voy a decir el nombre para que se sorprendan cuando lo vean en la obra) es un espacio que no existe. Es un espacio que yo creo para la obra, es un invento pero que está inspirado en espacios grupales de trabajo personal, terapias varias que hice en mi vida. Aunque no hay nada que esté sacado literalmente de esos espacios. Muchos detalles de la obra los saqué de lo que veo, observo y vivo. La historia en sí es bastante fiel a mi vida, pero no todo. Detallar cada cosa me llevaría muchísimo tiempo. 

 5.- ¿Cómo fue la elección de los actores que te acompañan en escena y del director?

Bueno, lo primero que elegí fue al director. Con Nico veníamos intentando trabajar juntos,  él me convocó para un proyecto, yo lo convoqué luego para otro proyecto y no pudimos coincidir en esas oportunidades. Y con La Papa saldamos la cuenta pendiente. Yo quería que él se sume porque tenemos la misma historia. Su hermana también se hizo judío-ortodoxa, entonces yo sabía que él me iba a entender en un plano muy profundo. Y más allá de eso, algo de la intuición me decía que era con él. Y no me equivoqué. Somos una gran dupla. Así que cuando tuve la primera versión se la pasé, le interesó y ahí arrancamos un largo camino de trabajo. En el proceso nos fuimos dando cuenta que también íbamos a hacer juntos la producción de la obra y que muchas decisiones de dirección las íbamos a pensar y discutir. Juntos fuimos eligiendo a cada actor/actriz, muy minuciosamente. Con algunos ya habíamos trabajado y entraron directo y con otros hicimos castings muy íntimos, incluso con personas que ya conocíamos, necesitábamos que sean las personas justas que puedan subirse a este barco.

 6.- ¿Cómo fueron los ensayos?

 Ensayamos muchísimo. Comenzamos a ensayar en el 2019. Casi estrenamos en el 2020 y comenzó la pandemia. Retomamos ensayos en el 2021 y estrenamos en el 2022. Fue un hermoso proceso de investigación, prueba y juego. El proceso fue muy a fuego lento, lo que me fue permitiendo decantar, reescribir, probar cosas, sacar escenas, agregar. Una maravilla.  

 7.- ¿Cuáles son los desafíos de actuar en una obra propia?

 Muchísimos. Encontrar el equilibrio justo para ser detallista sin volverme muy obsesiva. Aceptar que hay cosas que no iban a ser fiel 100% a la historia real y dejarlas ir. Delegar. Liderar un equipo estando adentro y afuera. Estar adentro sin estar pensando en el afuera, concentrarme en actuar sin querer estar dirigiendo o produciendo en ese instante. Para eso, fue un enorme trabajo y desafío armar un buen equipo en quien confiar y delegar. Tengo un gran socio que me acompañó muchísimo en ese proceso.  

 8.- ¿Cómo fue la elección del nombre de la obra?

La obra estuvo muchísimo tiempo sin nombre. Y entre las miles de reescrituras la mandé a un concurso y ahí si o si necesitaba ponerle uno. Y primero se me vino: La papa y la cebolla. Se me hacía un poco largo. Y le mandé un mensaje a una amiga que decía: ¿Qué te gusta más como nombre La papa y la cebolla o La Papa? Y ella dijo sin duda: La Papa. Y quedó. Y con el tiempo fue cobrando cada vez más sentido. Amo el nombre de la obra.

9.- ¿Cómo definirías la obra?

Definiría a La Papa como una obra audaz, sanadora, graciosa y tierna.

10.- ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Mi gran proyecto es que La Papa siga creciendo. Si bien estuvimos 9 meses en cartel durante el 2022 a sala llena y desde marzo de este año seguimos así en timbre4, quiero seguir haciendo funciones. Sueño con viajar a hacer la obra en otros países, en otros idiomas. Le deseo y añoro una larga vida a mi querida Papa. Y en relación a otros nuevos proyectos, estoy investigando sobre el dinero. Principalmente cómo nos vinculamos las mujeres con él, en la actualidad y a lo largo de los años. Los entramados vinculares y familiares en torno a él. Tengo muchas ganas de escribir sobre eso.

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