Reseña: Una noche con Ed Motta en el Theatro Municipal de Río de Janeiro (Música)
El domingo 19 de octubre de 2025 tuve el privilegio de
asistir al concierto de Ed Motta, acompañado por la Orquestra MPB Jazz
bajo la dirección de Renato Coelho. Desde el primer instante, la imponente
fachada del Theatro
Municipal de Río de Janeiro anunciaba que no sería un concierto
cualquiera: el mármol, las lámparas de cristal y el aire solemne del patrimonio
cultural respiraban historia y elegancia.
Las puertas se abrieron a las 17 horas y, poco a poco, el público —una mezcla de amantes del soul, del jazz y curiosos de la noche carioca— fue ocupando sus asientos. Cuando la orquesta apareció y los primeros acordes llenaron la sala, supe que sería una noche memorable. Una gran formación de cuerdas, vientos y percusión se desplegó con precisión para acompañar al carismático Ed Motta, quien entró al escenario con su habitual naturalidad y una energía contagiosa.
Durante la función, revivimos algunas de las canciones más emblemáticas de su carrera, como “Colombina”, “Fora da Lei” y “Outono no Rio”. Cada interpretación fue recibida con aplausos entusiastas, que al final del espectáculo se transformaron en una ovación de pie, mezcla de admiración y alegría por haber sido parte de ese momento irrepetible.
La acústica impecable del teatro añadió un valor especial a la experiencia: la voz de Ed Motta y el sonido de la orquesta se expandían con una claridad envolvente, llenando cada rincón del recinto. Los dorados, los palcos ornamentados y las pinturas del techo contribuían a la sensación de lujo y plenitud.
Al salir del teatro, tuve la impresión de despertar de un sueño. Había participado de un ritual compartido, un encuentro entre un artista de excelencia, una orquesta que lo acompaña con elegancia y un escenario que eleva la música a su máxima expresión.
Las puertas se abrieron a las 17 horas y, poco a poco, el público —una mezcla de amantes del soul, del jazz y curiosos de la noche carioca— fue ocupando sus asientos. Cuando la orquesta apareció y los primeros acordes llenaron la sala, supe que sería una noche memorable. Una gran formación de cuerdas, vientos y percusión se desplegó con precisión para acompañar al carismático Ed Motta, quien entró al escenario con su habitual naturalidad y una energía contagiosa.
Durante la función, revivimos algunas de las canciones más emblemáticas de su carrera, como “Colombina”, “Fora da Lei” y “Outono no Rio”. Cada interpretación fue recibida con aplausos entusiastas, que al final del espectáculo se transformaron en una ovación de pie, mezcla de admiración y alegría por haber sido parte de ese momento irrepetible.
La acústica impecable del teatro añadió un valor especial a la experiencia: la voz de Ed Motta y el sonido de la orquesta se expandían con una claridad envolvente, llenando cada rincón del recinto. Los dorados, los palcos ornamentados y las pinturas del techo contribuían a la sensación de lujo y plenitud.
Al salir del teatro, tuve la impresión de despertar de un sueño. Había participado de un ritual compartido, un encuentro entre un artista de excelencia, una orquesta que lo acompaña con elegancia y un escenario que eleva la música a su máxima expresión.

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