Entrevista a Michelle Wejcman (Teatro)

Entrevista a Michelle Wejcman directora de Proyecto Posadas, una obra teatral en una barbería en el barrio de Caballito:
           
1.- ¿Cómo empezaste a relacionarte con el teatro?

Mi papá es médico pero siempre hizo teatro. Y mi mamá, en alguna que otra ocasión, también actuó. Mis primeros recuerdos son de ellos actuando en el club al que iba de chica.  Así que desde siempre me gustó todo lo relacionado con el arte, la danza, el teatro... Con una prima hacíamos sketches para toda la familia, disfrazábamos a mi hermana y organizábamos shows para todos. Y claro, siempre me gustó participar de los actos escolares. Mi profesor de canto, en la primaria, puso en mi evaluación: "Muy buena actriz", ¡para evitar evaluar mis dotes como cantante! 

2.- ¿Con quiénes te formaste?

Empecé a estudiar teatro en Adrogué a eso de los 12 años en el Centro Cultural Adrogué, después estudie Comedia Musical con Carlos Silveyra y también la carrera en Act & Art, dirigida por Darío Petruzio, con docentes de danza y teatro. Hice la escuela completa de actuación con Agustín Alezzo y Lizardo Laphitz (7 años), estudie un año con Daniel Fanego. 
En danza bailé 25 años danzas israelíes en elencos con directores como Ariadna Faerstein, Viviana Wlosko, entre otros.Tomé clases de distintas danzas, acrobacia en tela, expresión corporal con Doris Petroni, elongación con Laura Winter, entre otros. 
Como directora, acabo de recibirme de Lic. en Dir. Teatral en la Universidad de Palermo, donde fui becada toda la carrera. Tuve docentes como Andrés Binetti, Luciano Suardi, Norberto Laino, Andrea Pontoriero, Betty Gambartes, Carlos Palacios, Eva Halac, Damian Zaga, Jonathan Goransky, entre otros. Soy Técnica Superior en Periodismo General recibida en TEA y trabajo en Comunicación y Producción de Proyectos Educativos de Responsabilidad Social Empresaria. 


3.- ¿Cómo fue la elección de “Proyecto Posadas” para dirigirla y llevarla a escena?

Malala y Eugenia, dos de las actrices, tenían ganas de hacer algo juntas y le dijeron a Binetti. Él dijo: yo escribo pero no dirijo, díganle a Michu. Andrés es muy solidario en ese sentido y como docente siempre busca que sus alumnos crezcan. Me llamaron y dije que sí. 
Nos juntamos a ver qué queríamos a hacer, después de varias idas y venidas, decidimos que queríamos mostrar un espacio en dos momentos y que queríamos hablar de la militancia. Siempre pensando al pasado desde el presente y al presente desde el pasado. Dijimos los 70, pero queríamos algo diferente, y salir de las típicas historias que siempre se cuentan. Andrés había escuchado algo de un grupo minoritario que creía en los ET. Ahí salimos a investigar y dimos con Posadas y dijimos: esta es la historia. Leímos bastante y Binetti empezó a escribir, usando al posadismo como excusa para hablar de una época, no para hacer una obra documental del posadismo. 


4.- ¿Cómo surgió la idea de representarla en una barbería?

La obra sucedía en una peluquería, pero no era para que se hiciera en una peluquería. Eso lo decidimos después. A mí me gustaba la idea de hacer algo diferente...En Buenos Aires hay mucho teatro y no tanta gente que va a ver teatro. Por eso, creo que hay que pensar en distintas formas de sumar nuevos públicos, sobre todo al teatro independiente. En este sentido, buscar valores agregados a la experiencia teatral en sí misma, ayuda. Frente a la gran cantidad de ofertas teatrales, si se incorpora algo diferente, puede llamar la atención y atraer espectadores. Al ver que el texto sucedía en una peluquería, instantáneamente quisimos hacerla en un espacio real. Al tratarse de una reunión clandestina, nos parecía que podría sumar mucho para el público la idea de ingresar a un espacio real a ver algo prohibido, suma mucha verosimilitud y mucho misterio. El público se convierte en un espía a través del vidrio... e incluso los curiosos que pasan por la vereda, miran por la ventana, y espían también. 
Esto no quiere decir que la obra no pueda hacerse en un teatro, pero creo que la decisión de ponerla en escena en una peluquería suma. Por otro lado, al tratarse de un encuentro clandestino durante la dictadura, la posibilidad que nos brinda el espacio elegido de utilizar la calle,  permite mostrar una tensión muy fuerte entre el adentro y el afuera. Incluso en el segundo acto, donde en el intento de producir un material audiovisual, los ruidos de la calle se incorporan y dificultan la acción de los actores, volviendo más verosímil la puesta. Con esta idea de hacer la obra en una peluquería, salimos por la Ciudad a buscar. Recorrimos muchos salones por todos los barrios. Algunos eran demasiado modernos, otros no se animaban a hacer algo distinto o no tenían la habilitación para realizar actividades culturales... hasta que llegamos a la Barbería La Época y supimos que tenía que ser ahí. Es mucho más que una peluquería, es una antigua barbería que aun funciona, un "museo viviente", como dice Miguel Barnes, el dueño del lugar, barbero y Conde de Caballito, quien recibe a todos los espectadores con su vestuario de época y su capa negra. En la Barbería se juntan así tres momentos históricos: comienzos de siglo, por las características propias del espacio y los objetos; los 70 en el primer acto cargados de militancia y pasión; y la actualidad, en el segundo acto. Una vez que elegimos el espacio, adaptamos lo que veníamos ensayando a esas dimensiones y posibilidades. El tema está en no forzar una puesta a un espacio dado sino aprovechar las posibilidades propias de ese espacio y usarlas a favor de la puesta. En este sentido, aprovechamos mucho los espejos de la barbería y la posibilidad de brindan para generar múltiples miradas. El público incluso puede verse a sí mismo, en los espejos y en la tele.  También incorporamos la persiana y usamos la antigua cabina telefónica. Al comienzo los actores tenían mucho miedo de romper algo del museo, pero poco fuimos todos apropiándonos del espacio y conociendo todas sus trampas y secretos. David Ledezma (Arturito) juega con las butacas de la barbería y encuentra  nuevos detalles en cada función. Malala Gonzalez (Amalia), Geraldine Lapiduz (Victoria en el per acto) y María Eugenia Álvarez (Natalia), en una parte, tienen que buscar una libreta, y encuentran de todo antes de hallarla. En el segundo acto Fabián Caero (Gutiérrez) filma planos detalle de todos los espacios e incorpora al público observando la escena, mientras Laura Igelko (Victoria en el 2do acto) trata incansablemente de barrer y ordenar toda la barbería.  

5.- ¿Cómo fue el desafío de hacerla en un lugar no convencional y la adaptación de la obra al espacio?

Desafíos que se presentan por hacerlo en un espacio no teatral -una vez que definimos la barbería, tomé las medidas y empezamos a ensayar con un espacio delimitado, porque teníamos que adaptarnos exactamente a la realidad, objetos, espejos, etc. del lugar. No movemos nada y no podemos romper nada! Por eso trabajamos con mucho detalle los movimientos y espacios. La convocatoria la hacemos desde cero, porque no existe difusión de la obra por parte del espacio. Tenemos que organizar el tema administrativo (borderaux, pago a argentores, actores, etc.) por nuestra cuenta, ya que no lo hace la "sala", como suele suceder. Tenemos que gestionar la reserva de entradas. Desafíos relacionados con la cercanía de la calle y de la gente:-Ruidos: por Guayaquil pasan muchos colectivos y hasta el camión de basura. Al principio, en las primeras funciones, nos molestaba, yo les pedía que suban el volumen, etc. Después nos dimos cuenta que había que incorporarlo al ruido, usarlo a favor de la escena. En este sentido, en el primer acto, los ruidos funcionan como recordatorio de la situación externa, de la dictadura. Y en el segundo, modifican la escena impidiendo que la grabación del documental se desarrolle correctamente. Personas: la gente que pasa por la vereda muchas veces se queda mirando, aunque pusimos un cartel pidiendo silencio, muchas veces opinan: Uh mira, están actuando! etc. -La policía, las armas y los vecinos: En una de las primeras funciones, casi al terminar el primer acto, un policía se paró en la vidriera y comenzó a hablar por Handy, mirando hacia adentro. Por suerte no interrumpió, pero el público se inquietó un poco... y yo también! Apenas terminó el primer acto, salí para afuera. No sé porqué pero saludé con un beso al oficial y al instante estacionaron dos patrulleros más y 3 motos. "¿Pasó algo?", pregunté. "Un vecino denunció que en este lugar había un robo a mano armada con toma de rehenes". Y claro, pensé yo, vieron el primer acto. "Estamos haciendo teatro-expliqué-las armas son de juguete". No contentos con mi explicación pidieron ver las armas. Los actores salieron y entregaron todas las pistolas de plásticos a los oficiales. Situación arreglada. "La próxima avisen", pidió el policía. Esa semana llamé a la comisaría de la zona y expliqué que todos los viernes podía pasar lo mismo, que no se preocuparan, que era teatro. Al despedir a los oficiales, volví a la barbería y tranquilicé al público. Lo bueno, pensé, es que los actores estaban actuando muy bien porque el vecino pensó que era de verdad. Lo malo, pensé, es que el público está con cara de rehén!!

6.- ¿Cómo fue la elección de los actores?

Malala y Eugenia ya estaban desde el comienzo. David fue compañero mío de teatro y cuando vi el personaje de Arturito en el texto pensé en él. David propuso a Fabián, a quien yo no conocía de antes. El personaje de Victoria primero fue interpretada en ambos actos por Natalia Bavestrello, una actriz con la que yo había trabajado en La Paria Fría. En medio de los ensayo ella quedó embarazada de Renata, así que sumamos a Geraldine al equipo. Ella fue también compañera mía de teatro por muchos años. Los primeros meses un día lo hacía cada una, hasta que nació la beba y continuo Geraldine. Este año, decidimos incorporar a Laura Igelko (antigua compañera de teatro de mi papá en Adrogué), para que hiciera a Victoria en el segundo acto y así desdoblar y remarcar el paso de los años entre ambos actos. 

7.- ¿Cómo fueron los ensayos?

Andrés empezó a escribir y a medida que cerraba las escenas nosotros ensayábamos. El venía a ver algunos ensayos, y seguía escribiendo. A medida que aparecían nuevos personajes, yo convocaba nuevos actores. Y así... hasta que se terminó de ensayar todo. Investigamos sobre la época y el posadismo, vimos documentales, nos recomendamos libros, entrevistamos a una posadista española… Cada uno aportó todos los elementos que tenía de peluquerías y empezamos a jugar. Al comienzo con un espacio inventado y luego adaptándonos a las medidas y distribución real de la barbería, marcábamos el piso, las sillas, la columna, todo. Fue raro porque ensayábamos sin saber lo que iba a seguir después, y cuando finalmente estuvo terminada la obra, resignificamos muchas cosas… conocimos más detalles de los personajes y de la historia. Entonces siempre fue una suma: de datos, de personajes…

8.- ¿Cómo definirías la obra?

Como una experiencia distinta, que te permite ver teatro de una manera distinta, reír, pensar y reflexionar.


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Proyecto Posadas de Andrés Binetti con dirección de Michelle Wejcman, se presenta los viernes, a las 21, en la mítica Barbería La Época, ubicada en Guayaquil 877, en el barrio de Caballito, CABA. Los cupos son limitados. Reservas con anticipo llamando al 15.3175.1592.





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