Entrevista a Franco Vaccarini (Libros)


Foto: Ana Portnoy 

Entrevista al talentoso escritor Franco Vaccarini autor del libro “La mujer de la casa sin puerta.”

1.- ¿Cómo fue tu infancia y la relación con los libros en esa etapa?

Este verano volví a las chacras de Lincoln. Volví con don Fulvio Schiavi, el mejor amigo de mi padre, con su esposa y sus hijas; nuestros vecinos de entonces. Y me traje flores de yuca y ramitas de Cina Cina; y entré a un maizal para volver a sentir esa sensación de perderme por perderme, nomás. El rancho de Fulvio se mantiene de pie: tiene cien años y Fulvio noventa. Mis padres vivían en un rancho similar, en la chacra vecina, y hoy solo queda un poco de monte. Recorrimos la fábrica de leche, que permanece, el boliche de don Lucero, que ya no, la vieja escuela, que tampoco... A mis seis años la familia se mudó a un campo en la ruta 30, entre Chacabuco y Chivilcoy. Fulvio nos hizo la mudanza en su camión jaula. Entonces comencé la primaria. Yo vuelvo cada tanto a “mis campos”; a la escuelita Nº 39 , a mis maestros rurales Yeyé y Jorge, que viven en Chacabuco, vuelvo a Palemón Huergo, un pueblito de tres cuadras. Siempre hubo libros en casa, y a mi padre le gustaba escribir. Los libros estuvieron también en la escuela. Jorge, en quinto grado, nos leyó el Quijote, quince minutos por día.

2.- ¿Cuándo decidiste dedicarte a ser escritor?

Sentí que escribir me afirmaba cuando me mudé al pueblo, a Lincoln, para seguir mis estudios secundarios. Tenía trece años. Escribí más de mil poemas en la secundaria y unos cuantos más en los catorce meses de servicio militar. Cuando me dieron de baja, junté todos los cuadernos y todos mis papeles y los quemé en una hoguera, ante el espanto de mi mamá. Yo sabía, con buen criterio, que nadie puede escribir mil poemas buenos y menos sin una formación mínima, una formación que no podía tener a esa edad. Así que me dije... ¿para qué guardarlos? Me mudé a Buenos Aires sin mis poemas malos en la mochila, vacío, listo para aprender. En ese proceso estoy.

3.- ¿ Qué escritores te gustan?

Los más cercanos: Hebe Uhart, Bioy Casares, Abelardo Castillo, por citar a los argentinos.  Y cada tanto vuelvo a Borges. Lo releo como un chico que quiere que le repitan el cuento tal cual, pero Borges nunca es tal cual.... Y luego me voy otra vez, a conocer mundo. Un japonés por aquí, una belga por allá: tengo siempre una enorme pila de libros por leer. Complicado. ¿Cómo leer todo? No se puede, hay que elegir.

4.- ¿Tenés una rutina de trabajo?

Tengo una rutina ideal, que es hacer el trabajo más duro por las mañanas, más liviano, por la tarde, un rato a la noche, a veces. Pero hay épocas en que viajo seguido o visito escuelas o ferias, así que me adapto. Escribo en hoteles, en bares, de ser necesario.

5.- ¿Cómo empezás a escribir un libro? ¿Cómo elegís los personajes y la trama?

Pongo el caso de las novelas, porque la preparación es más consciente. Puedo sostener por meses y años la presunción de una novela, una imagen. Mientras hago otros libros, cada tanto pienso en esa imagen. Un día me doy cuenta que debe estar ambientada en tal lugar, en aquella casa donde viví, en Florida, por ejemplo. Que el autor del crimen podría ser aquel señor siniestro que me alquiló un departamento, en 1992. Y que en tal lugar se producirá la revelación de un secreto. Que mi profesor loco de periodismo podría ser el amigo del narrador. Eso lo pienso años. Paralelamente, escribo otras historias más veloces, donde todo fluye. Quiero decir que no hay recetas. Que a veces somos asaltados por una idea, por algo que oímos en la calle y nos ponemos a escribir, confiados. Y en otras, sentimos que hay un peligro a cada paso, a cada palabra y vamos lentamente.

6. ¿Cuál fue tu primer libro?

Mi primer libro tuvo una tirada de seiscientos ejemplares, se titula “No temas cuanto la visita te salude”. Lo publiqué a los 27 años y fue una compilación de mis cuentos veinteañeros. Mi primer libro de poesía es “El culto de los puentes”, que me publicó José Luis Mangieri, en Libros de Tierra Firme, a los 35 años. Tuve la fortuna de que diez de sus poemas fueran musicalizados y cantados en el Salón Dorado del Teatro Colón y en La Scala de San Telmo, gracias al pianista Javier Giménez Noble. Mi primer libro no secreto, que se sigue reeditando año tras año es “Ganas de tener miedo”, en Cántaro. Mis editoras fueron nada menos que Adela Basch, que dirigía la colección,  y Teresita Valdettaro.

7.- Desde tu experiencia, ¿cómo es la relación de los escritores con las editoriales?

En mi caso, hice todo escalón a escalón, sin saltarme ninguno. En los noventa había tres editoriales grandes con colecciones para chicos: Sudamericana, Norma y Alfaguara. Intenté en las tres y no pasó nada, yo estaba muy verde, pero Canela, que dirigía Sudamericana, tuvo la gentileza de enviarme una nota. Es decir: sin conocer a nadie, había un eco. Otra vez fui a Norma, a mandar una novela al concurso que sigue organizando la editorial. Y aunque Antonio Santa Ana no se acuerde, ahí lo conocí. Él mismo, porque estaría de casualidad en la recepción, recibió mi sobre y cuando vio el seudónimo “Ged”, me dijo: “Úrsula Le Guin” y fue un pequeño encuentro. Ged es el nombre del mago de Terramar, la saga de Úrsula. En fin, no pasaba nada, pero había alguien del otro lado, visto en retrospectiva, no viví ninguna situación complicada. Yo era paciente y confiaba en que todo era cuestión mía, que dependía de mí, que yo debía encontrar algo, lo que fuera: si querés, lo llamamos una voz, un estilo. Eso que es auténtico, propio y esas idas y venidas con las editoriales te van curtiendo. Después surgieron otras editoriales, en un proceso que continúa al día de hoy, ya que en este país hay mucho margen para crecer. El concurso “El Barco de Vapor”, de SM, fue muy importante para mí, ganar ese premio, con una novela, me fortaleció. Hay que tener paciencia y la ansiedad se cura con un solo remedio: escribiendo. Más allá de que te publiquen o no, escribir te centra, porque esa es la tarea. Y si escribís con disciplina es porque hay un criterio interno, nadie suicida su tiempo escribiendo en vano. Quiero decir que si alguien decide pasar horas escribiendo en vez de mirar tele o perder el tiempo en otras cosas, es porque encontró una veta, un filón. Publicar es cuestión de tiempo. Igual, de paso, digo: ser educado nunca está de más. Si tenés un carácter podrido, más de uno te va a echar flit antes de leerte. A los editores tampoco les sobra paciencia.


8.-  Contános sobre La mujer de la casa sin puerta, ¿cómo surgió el titulo?

Charlando con mi hija Camila, ella me dijo que iba a escribir una historia titulada “El misterio de la casa sin puerta”. Cambié misterio por mujer, y le pedí permiso para usar el título. En este caso, me sirvió mucho tener el título antes de ponerme a escribir.

9.- ¿Cómo podrías definirlo?

Es una historia policial con un cruce al género fantástico y algún juego con los mitos griegos, apenas perceptible, pero que alimentó mi fantasía. Utilizo el humor, la ironía, pero sobre todo es una historia de amor con un toque macabro, de esos amores que, a primera vista, parecen imposibles.

10.- ¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo y cómo elegiste la trama?

Lo escribí en los últimos meses del año 2010. Sentía un deseo muy fuerte de contar algo que me conmoviera. Elegí locaciones, como si fuera un director de cine. La ambienté en Parque Chas, en Chacarita, en Palermo, en Villa Urquiza, en barrios muy trajinados por mí. Estaban mis lecturas de los maestros del policial norteamericano: Chandler, Hammett. Un amigo me regaló un libro con historias de fantasmas de China, que me ayudó a estructurar el personaje de “la fantasma”. Quería hablar de la relación entre un jefe tiránico y sus empleados, y del esfuerzo que hace una ciudad como Buenos Aires para que la visite más gente. Y bueno, la excusa que impulsa la trama es justamente, un esfuerzo gubernamental para atraer el turismo. Quería, a partir del humor, contrabandear reflexiones sobre el sentimiento de soledad, de añoranzas inexplicables, del remanso que es la amistad y hablar, un poco en broma y un poco en serio, de la relación entre vivos y muertos. La novela juvenil es un lugar muy interesante para inventar.

11.- ¿Cuál es tu próximo proyecto?

Una novela de terror, ambientada en la época de la dictadura militar. Un proyecto que tengo hace tres o cuatro años. Espero terminarlo en el próximo verano.

Foto: Ana Portnoy
Recomendados de Franco 
Un libro: “La invención de Morel”, de Bioy Casares.
Una canción: “Bajan”, de Pescado Rabioso.
Una película: “Sexto sentido”, de Night Shyamalan.
Un cuadro: “Las Meninas”, de Diego Velázquez.


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